martes, 9 de junio de 2009


Qué impredecibles son las horas y los días.
Qué confuso se vuelve cada paso.
Es morbosa y peculiar la manera de mirar.
La de esa gente ególatra y necia,
La de esos ojos alienados.
Y los tuyos son así,
Tan tajantes como aquéllos.
Pero me ves y te veo
Sincero, vulnerable… vacío.
Me acorralás, y te consuelo.
Me acorralás.
Pero ya se quemó la última hilacha de camino.
Y se editó el libro de hazañas y hechos.
Sin más pieles, sin más besos.
Dejándome libre de llanto, quitándome tanto peso.
Ahora vos me mirás, y yo sólo canto.
Canto colores y música para mi, sólo para mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario